Pues sí amigos, ¿cómo era eso de que las vacunas (no precisamente la de la Covid-19) son en realidad dosis de la enfermedad? Pues al parecer, lo que vale para las alergias, infecciones y otras afecciones también podría valer para los males que ha fomentado la era digital. O de eso nos quieren convencer los propios creadores del “arma” (¿habría que añadir “de doble filo”…?). Claro, quién si no ellos mismos…
Vaya por delante que en la metáfora anterior no he querido ni en broma dar a entender un “anti-vacunismo”, en absoluto. Otra cosa es que me lo crea aplicado a lo de las plataformas de Internet. Una cosa es que el problema del ciberacoso, al margen de otros inconvenientes de las Redes Sociales que ya hemos comentado por aquí, pueda tener dentro del propio sistema una reacción tipo contraataque en un episodio de Black Mirror, y otra muy distinta es que en la realidad se pueda replicar la ficción.
Pero claro, como la tecnología no es una elección, sino que ya es como el aire que respiramos o incluso puede que más vital todavía, entonces la redes sociales no pueden desaparecer, ergo en ellas y sólo en ellas está la solución a sus propios problemas. Porque claro, parafraseando a algunos/as que hemos escuchado esta semana, podría decirse que los usuarios tienen que elegir entre el caos o internet, entre el apocalipsis o la tecnología, entre la extinción total de la raza humana o las redes sociales.
Así pues, al bueno del Pulpo no le queda otra que claudicar, y toda esa chapa que suele soltar sobre el daño que hace el odio en las redes y bla bla bla es un mensaje tecnófobo y pesimista que no va a ningún lado, ensombrecido por las relucientes maravillas digitales que nadie está dispuesto a abandonar desde que han pasado a formar parte de nuestras vidas. Por lo tanto, el cefalópodo os deja con este artículo de abajo sobre la propuesta de Instagram para eliminar el ciberacoso escolar… Y si veis que en algún momento el propio artículo también sugiere poca fiabilidad en las supuestas buenas intenciones de esa red social, vosotros ni caso, que seguro que es otro venazo tecnófobo en esa deriva anti – Silicon Valley tan perniciosa y hostil… A ver si os habéis pensado que el Pulpo es el único chalado del planeta o de la nube.
Instagram promete frenar el ciberacoso escolar, ¿es suficiente?
Instagram se ha puesto en la piel de los adolescentes que sufren acoso escolar y ha puesto en marcha medidas para frenarlo. «Sabemos que puede ser abrumadora la sucesión de comentarios negativos», reconoció en mayo la red social, apostando por probar diversas herramientas para «bloquear» o «restringir» cuentas de posibles acosadores. Un paso adelante que los expertos consideran positivo, pero también insuficiente a la hora de poner fin al ciberacoso escolar, que, según algunos estudios, cada vez es mayor entre los jóvenes españoles. El director del máster de Social Media: Gestión y Estrategia de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), Ferran Lalueza, califica el comunicado de la red social de «buena noticia» y «camino correcto», pero también cree que «evidencia que la plataforma siempre va unos pasos por detrás de los acosadores virtuales y no consigue combatir esta lacra con suficiente contundencia». Por su parte, José Ramon Ubieto, profesor colaborador de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC opina que el «freno» que suponen estas acciones es beneficioso, pero con la vista puesta en que «el objetivo viable no es erradicar estas violencias, sino mitigarlas y tomar conciencia de ellas». Según ambos, la solución es una mezcla de medidas con distintos protagonistas que van desde la prevención hasta la educación y concienciación, pasando por la regulación o la presión social, teniendo en cuenta a padres y madres, profesorado y alumnado, especialmente a los testigos inmutables del acoso.
Las redes sociales ya son parte de la vida de los jóvenes y, además, suponen una parte importante de ella. El 94 % de los jóvenes de entre 10 y 15 años ya son usuarios de internet, según un informe de 2019 de Save the Children, que pone sobre la mesa que el 75 % de los jóvenes que tienen entre 18 y 20 años reconoce haber sufrido violencia virtual durante su infancia. Otro estudio, en el Reino Unido, establece que desde hace ocho años este acoso ha crecido un 25 % cada año y que un 27 % de las personas encuestadas han llegado a ser víctimas. Estas remarcan que la apariencia física es uno de los motivos del ciberacoso escolar y un 14 % dice que «nunca se ha gustado». Otro factor que apunta Ubieto no es «un atributo, algo que tienes» sino el no responder a la intimidación. «Ese silencio es leído por los acosadores como debilidad y se convierte en el resorte del acoso», explica, apuntando a que el terreno en línea no es más que una «prolongación» de estas situaciones a nivel presencial. «Las redes son una realidad omnipresente para todos los adolescentes y es muy difícil imaginar sus vidas fuera de ellas», reflexiona el profesor, que cree que con esta «hiperactividad» aumentan las posibilidades de los jóvenes de sufrir cualquier tipo de acoso. La «vida idílica» que se muestra en redes sociales puede resultar «bastante deprimente» para aquellos adolescentes «particularmente vulnerables», resalta Lalueza, que señala que Instagram es «eminentemente visual y notablemente exhibicionista». Esta cuestión, unida a que los usuarios suelen ser «muy jóvenes, cuya personalidad está aún forjándose y que carecen de recursos defensivos», provoca que sean «particularmente necesarias» medidas con respecto al acoso.
Ya hace poco más de dos años un estudio había tachado a esta red social como la peor valorada para la salud mental de los jóvenes, pero actualmente sigue incrementando su número de seguidores, sobre todo en jóvenes. Según un informe de 2020, la usan un 67 % de las mujeres de entre 16 y 24 años en España y es donde los menores pasan más tiempo, en contraposición a TikTok, cuya utilización es mayor en Estados Unidos y el Reino Unido. Para contrarrestar esta visión negativa y proteger a los menores, Instagram quiere fomentar, declara en un comunicado, «una comunidad diversa y positiva» y por eso amenaza con retirar «contenido dirigido a particulares con el fin de humillarlos o avergonzarlos». También Facebook se ha unido a esta medida. Y es que, según los expertos, los «criterios éticos» deberían ser comunes y similares a los del mundo analógico. «Igual que se bloquea a Trump por mentir o incitar a la violencia, debería hacerse con todos los mensajes que promuevan el odio entre personas o entre colectivos», señala el profesor de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC.
Pero, ¿qué obtendrían estas empresas limitando el ciberacoso escolar? «Sin regulación, la motivación para implementar mejoras en la protección de los usuarios es muy baja», razona el responsable del máster de Social Media: Gestión y Estrategia de la UOC, por lo que apuesta por «presión social y reguladora» para que no haya una única «orientación al beneficio económico». También el estudio L1ght, que detectó entre diciembre de 2019 y octubre de 2020 un aumento del odio entre jóvenes del 70 % en chats por internet, considera que las empresas tienen parte de responsabilidad, ejemplificando que «cuando compras un coche, es trabajo del fabricante garantizar que es seguro». Por su parte, Save the Children pide una ley de protección de violencia en la infancia que contemple medidas en el uso de la tecnología, pero Ubieto advierte de que, sin otras acciones, como la prevención, serían «insuficientes».
Formar a los adolescentes en el uso de nuevas tecnologías es una de las claves, según los expertos, para evitar casos de acoso. «Es una asignatura pendiente», lamenta el docente, que señala que actualmente se aborda de manera «puntual». Según su punto de vista, tendría que formar parte del «currículum de manera transversal» con la formación previa, apostilla, del profesorado y con la vista puesta en los testigos, que, dice, «alientan y mantienen la escena. Si ellos se van, se termina el espectáculo». «Educación y concienciación» también son, para Lalueza, la combinación necesaria para acabar con el acoso a través de internet. Y también precisan conocimientos los padres y madres, ya que, advierten ambos, las medidas de control parental no suelen ser suficientes. Adolescentes, progenitores, empresas y reguladores deben asumir, finaliza el psicólogo, su papel: «Ninguna de estas responsabilidades anula a las otras».