Conversaciones absurdas con respuestas automáticas de Gmail

Un experimento decepcionante (o no)

La entrada que os he preparado para hoy no os va a dejar indiferentes: O la odiaréis (que es lo más probable) o la amaréis. En el lado negativo, os podrá parecer que estoy como una cabra, o bien que me aburro demasiado, y en cualquier caso que hay que ser un sinvergüenza para que a uno le paguen por escribir cosas como ésta. Ahora bien, si hay algún marciano que se lo toma por el lado positivo, puede que me encumbren como un genio del Taller de la Literatura Potencial, y que he trasladado alguno de los excéntricos Ejercicios de estilo de Raymond Queneau al mundo del correo electrónico (¡qué pretencioso!).

La cosa es que, en no pocas ocasiones, me hace bastante gracia ver alguna de las opciones de respuesta que el popular correo electrónico de Google, useasé Gmail, ofrece para contestar automáticamente los emails que recibimos. Se supone que esas respuestas están basadas en algún tipo de análisis predictivo; no es algo que pille de sorpresa a nadie, es algo que viene ocurriendo desde los tiempos de auge de los SMS, cuando se empieza a escribir una palabra y el sistema se te anticipa completándola, y escribiendo lo que a él le da la gana, que muchas veces se parece a lo que tú querías poner lo mismo que un higo a una castaña… Vamos, que no voy a tratar materia inédita, ni mucho menos.

La cosa es que me dio por preguntarme (y aquí es donde viene la sinvergonzonería en que se basa toda esta entrada) qué pasaría si intentáramos mantener toda una conversación completa usando sólo esas tres posibles respuestas automáticas ofrecidas por Google. Así que, ni corto ni perezoso (aunque lo segundo sí pueda parecerlo), y aprovechando mi cuenta personal de Gmail y la que tengo en el trabajo, me puse a la “tarea” conmigo mismo, lo que todavía convierte el experimento en más lamentable, propio de un loco encerrado en una celda con un PC… pero claro, a ver qué otro zumbado iba a querer probar esta chorrada de entretenimiento.

Bueno, a continuación muestro el “making of” del experimento:

Comencé la conversación planteando precisamente el propio juego explicado: “¿qué tienes que decirme que pueda ser interesante sólo usando las respuestas automáticas de gmail?”, ante lo cual aparecieron tres respuestas que en el fondo daban a entender lo poco útiles que son muchas veces esas opciones, y sobre todo lo nada útiles que iban a resultar en mi experimento:

gmailPredictivo

Ante esta tesitura, y visto que la opción “vale” no vale para nada, entre la respuesta ignorante (“ni idea”) y la escéptica (“nada”), decido elegir, fiel a mí mismo, el escepticismo. A partir de aquí, empieza el carrusel de la conversación anodina. Al “nada” Gmail propone al receptor:

Ok. / ¡Gracias! / Vale. Gracias no me gusta porque soy un maleducado, y el Ok me gusta menos porque siempre me ha sonado a respuesta en plan peliculero yanqui. Elijo, ahora sí, el “vale”.

Ok. / ¡Gracias! / Vale. Exactamente lo mismo que en la anterior, así que decido saltarme la respuesta predictiva y respondo lo lógico: “Pues así no vamos a ningún lado, ¿no?”.

Si. / Pues sí. / No creo.  La conversación vuelve a cambiar porque no he elegido una respuesta predictiva, así que sigo en el escepticismo y respondo “No creo”.

Ok. / Vale. / Bueno. Maravillosas tres opciones. Me resulta irónico el “Bueno”.

Ok. / ¡Gracias! / ¿Qué te parece? Aquí ya empieza a tener algo de gracia, con lo del “¿Qué te parece?”, así que elijo ese.

Me parece bien. / Ok. / ¿Qué te parece? Se acabó la creatividad. Elijo la primera (lógico).

Ok. / Me parece bien. / De acuerdo. Ahora, “de acuerdo”.

Ok. / De acuerdo. / Estoy de acuerdo. Y ahora, “estoy de acuerdo”.

Ok. / Estoy de acuerdo. / De acuerdo. Pues muy bien, sólo hay un cambio de orden en las opciones, y por supuesto el OK que no falte. Vuelvo a saltarme la regla y respondo: “¡Me aburro!” ¿lógico no? Como vosotros leyendo esto (si lo estáis haciendo).

¿Ahora? / ¿En serio? / ¿Qué pasó? ¡Hombre, hemos provocado la reacción de gmail! A ver si logro ahora incentivar su creatividad eligiendo “¿Qué pasó?” y se le ocurre algo al respecto…

Nada. / ¿Qué pasó? / Ok. Pues no, me pasé de optimista esta vez. Ahora, la primera es obvia y la última absurda… así pues, reitero la sorpresa con “¿Qué pasó?”

Nada. / ¿Qué pasó? / Ok. Efectivamente, se confirma que ni pasó nada ni a Google se le ocurre nada… elijo el obvio “Nada”.

Ok. / ¡Gracias! / Vale. Esta se ha convertido ya en la triada de opciones más recurrente, el TOP 1 de la genialidad del Gmail predictivo. Elijo “Vale”.

Ok. / Vale. / ¡Gracias!  Vale, me rindo, probaré con el p… “OK”…

Ok. / ¡Gracias! / De acuerdo. Elijo “De acuerdo”.

Ok. / De acuerdo / Estoy de acuerdo. ¡Uf, vaya bucle infinito! Elijo “Estoy de acuerdo”, como para recalcarlo…

Ok. / Estoy de acuerdo / De acuerdo. Ante la tesitura insuperable, decido volver a saltarme las opciones… ahora respondo en plan absurdo: “¿Pero estás de acuerdo con que estás de acuerdo, o estás de acuerdo con que estás de acuerdo con que estás de acuerdo...?”

Estoy de acuerdo / De acuerdo / Me parece bien. No hay manera, habrá que probar intentado irritarle… Respondo lo que por otro lado realmente pienso: “Pues más que estar de acuerdo estoy empezando a estar cabreado seriamente, ¡hombre ya!”

Ok. / Estoy de acuerdo / Yo también. Se acabó, empezaré con los improperios: “¡Pues yo me cago en la leche!” Y ojito con lo que me sale:

Jajaja. / Ok. / ¿En serio? Lo del OK ya clama al cielo… Opto por la risa, que es lo nuestro “Jajaja”…

Jajaja. / Ok. / ¡Gracias! Tras el exabrupto, exaltación del buenrollismo… yo paso y sigo en el cabreo, saltándome otra vez la regla: “¡No tiene ni p… gracia!”.

Ok. / Vale / ¿Y esto? ¡Vaya, parece que ha reaccionado un poquito! Opto por el sorpresivo “¿Y esto?”, claro…

Nada. / Ni idea. / Ok. Otra vez igual… vuelvo al escepticismo con el que empecé y que se ha confirmado: “Ni idea”.

Ok. / ¡Gracias! /  ¿Qué hacemos? Oh!, una sugerencia de propuesta… la elijo, claro: “¿Qué hacemos?”.

¿Qué hacemos? / Nada. / Ok. La alegría volvió a durar un suspiro… elijo la única respuesta coherente con lo que está pasando: “Nada”.

Ok. / Gracias. / Nada. Y aquí ya lo di por imposible y finalicé la conversación…

Finalmente, el resultado del experimento es esta maravilla de diálogo de besugos:

Conversacion

Al margen de esta tremenda tontería, se supone que deberíamos esperar que la inteligencia artificial, a medida que siga desarrollándose, evolucione este tipo de herramientas de respuesta automática. Quién sabe si en un futuro más o menos lejano podré repetir el experimento con un resultado menos deplorable…

Post by Albert