El enemigo no descansa

Hasta los juguetes nos espían...

Vivimos en una era online, todo está en Internet y sabemos que hay lugares en los que cualquiera puede ver cosas con cámaras conectadas.

¿¿Alguno de vosotros se ha parado a pensar que a través de los juguetes de nuestros hijos pueden estar espiándonos??

Normalmente, tratamos mucho los temas sobre la falta de seguridad en el Internet de las Cosas (IoT), pero seguro que no nos paramos a pensar en los distintos juguetes con los que juegan nuestros pequeños y que en casos como el de la muñeca Cayla puede dar lugar a hackeo en nuestros hogares. Los investigadores, descubrieron en 2015 que los hackers podían usar su modelo Bluetooth desprotegido para escuchar y espiar a los niños y a los padres. De ahí que la Agencia Federal de Redes de Alemania sugiriera a los padres que se deshiciera de ellas:

Los artículos con cámaras o micrófonos que son capaces de transmitir una señal y, por tanto, transmitir datos sin que lo sepamos, comprometen la privacidad de las personas. Esto se aplica en particular si hablamos de juguetes infantiles. La muñeca Cayla ha sido prohibida en Alemania para proteger a los más vulnerables de nuestra sociedad”.

Sin duda, somos los padres los responsables de mantener a salvo a nuestros pequeños y los que debemos valorar lo que compramos, y la privacidad que “vendemos” al adquirirlos. Pensamos que un juguete es algo inofensivo, pero empezamos a leer y a conocer casos que nos alertan para que pongamos especial atención a la ciberseguridad de estos.

Las recomendaciones a la hora de adquirir estos artículos son:

-          Conocer cómo interactúa el juguete con internet.

-          Cambiar las contraseñas predeterminadas. Simplemente cambiando la contraseña del dispositivo hacia una contraseña compleja (que tenga al menos ocho caracteres y que incluya números, símbolos y letras mayúsculas y minúsculas) adoptará una postura de seguridad considerablemente mejor.

-          Controlar el usuario de los niños. Podremos controlar esos “amigos virtuales” que las plataformas fomentan.

-          Revisar los chats. No está de más supervisar de lo que se habla y los amigos que participan.

-          Móvil en vez de consola. Muchas veces, un móvil puede parecer más barato en cuanto a los juegos (frecuentemente gratis), pero éstos suelen ser “freemium”, es decir, su uso de forma básica es gratuita pero para usar opciones avanzadas hay que pagar. En las consolas esto no suele suceder y además, las videoconsolas están focalizadas en un determinado tipo de público, por lo que eligiendo la consola adecuada, nos aseguraremos que sus juegos y aplicaciones son aptas para ellos.

-          Controlar la edad recomendada. Los juegos tienen una categorización PEGI (Pan European Game Information) que indica qué edad es la recomendada. Incluso en los juegos para móviles también se puede obtener esta información.

-          Tener asegurados los medios de pago. Que seamos los padres los que supervisemos y demos el visto bueno a las compras.

-          Mantener actualizado el software. Muchas de las actualizaciones que nuestros dispositivos nos requieren incluyen parches de seguridad diseñados para protegernos de los ciberdelincuentes. Es recomendable que se actualicen tal cual estén disponibles en nuestros dispositivos.

Sin duda, un tema complejo y que se recomienda no tomar con frivolidad. ¿Qué opináis al respecto?

Post by Rachel