Cuando uno se para a pensar en la antigüedad que atesoran ciertas compañías del sector IT, es inevitable que le explote la cabeza. Porque claro, lo de la era digital suena tan moderno (casi limitado a la actualidad) que ya nos parece llamativo, aunque lo sepamos, que Microsoft o Apple vengan de los años 70 del siglo pasado. Pero es que eso no es nada comparado con los más veteranos.
Por ejemplo, tenemos a IBM, fabricante que se fundó en 1911, hace ya más de un siglo. Pero es que otros dinosaurios como Siemens, Nokia o Toshiba ¡son originarios del siglo XIX! Sí señor, así de longeva es la actividad de esa gente, que desde luego han tenido que mutar y adaptarse a lo mucho que han cambiado los tiempos para sobrevivir, sin olvidar que ellos también han contribuido a lo largo de su historia a ese progreso.
Lo que puede hacer flipar incluso al menos friqui techie de todo eso es pensar que compañías que ahora se dedican al más sofisticado software o a la computación en la nube ya existían cuando el cine todavía era mudo, u otras que son líderes en automatización o telecomunicaciones ya estaban haciendo cosas cuando ni siquiera existía el cine o el primer vehículo de motor de combustión aún no se había patentado. Líderes de la telefonía móvil nacidos en la época de los sombreros de bombín o los bastones como mero objeto de elegancia a lo Charlot. Una auténtica fantasía retrospectiva, que poco tiene que envidiar a la ciencia ficción retro-futurista o steampunk.
Pero claro, es evidente que esas empresas incipientes no podían dedicarse entonces a lo que ahora ofrecen las tecnologías de la información y la comunicación… aunque alguna relación tiene que haber, claro (en unos casos más directa que en otros). Mucho de lo que ahora te hace un ordenador o un smartphone, entonces se tendría que hacer con otros “cacharros”. Como dijo Henry David Thoreau todavía antes de que esas empresas se crearan, “Nuestros inventos (…) no son sino medios mejores para llegar a un fin que no ha mejorado y que nunca ha dejado de ser de logro demasiado fácil”… Sí, de acuerdo, he acudido a un tecnófobo que habría sido un pulpo en la nube si hubiera vivido en el siglo XXI, pero me vale para explicarlo.
Pues he aquí el pasado glorioso de algunas de esas compañías supervivientes al paso de los siglos:
• IBM (fundada en 1911, EE. UU.): Inició como fabricante de máquinas tabuladoras.
• Hitachi (fundada en 1910, Japón): Comenzó con motores eléctricos.
• Toshiba (fundada en 1875, Japón): Orígenes en equipos eléctricos y telégrafos.
• Nokia (fundada en 1865, Finlandia): Empezó como fábrica de papel.
• Siemens (fundada en 1847, Alemania): Inicialmente enfocada en el telégrafo eléctrico.
Imaginad el vertiginoso viaje desde cada uno de esos desempeños iniciales hacia las tecnologías que sustituyen hoy a aquellos artefactos y a sus usos… Eso me da pie a imaginar qué habría hecho por ejemplo WhatsApp de haber existido todavía antes que las anteriores, en el siglo XVIII… ¿servicios de envío de notas por palomas mensajeras…? ¿O Instagram?: ¿retratos al óleo para embellecer a personajes ilustres de la época…? Y al revés: Si alguien de entonces hubiese creado una empresa que todavía existiera hoy; Por ejemplo, aunque sea un personaje ficticio, ahora de moda por la nueva película de Guillermo del Toro: ¿La empresa Frankestein se dedicaría en nuestra época a crear androides con inteligencia artificial…?
Todo esto puede dar para mucha imaginación retro-futurista, y el siguiente paso ya sería intuir cómo verán de viejuna la tecnología actual dentro de cien o doscientos años. Lo malo es que quien lo piense entonces, más que los humanos, sea la IA que existirá, ojo cuidado…