Volvemos de vacaciones, y los temas que tratar en un blog sobre tecnología informática siguen siendo los mismos; nada parece haber cambiado. Y sí amigos, en la cúspide sigue estando la Inteligencia Artificial.
Pero, ¿y si nos ponemos a hablar del lado oscuro de la IA? Tal y como apuntan muchos, uno de los reversos tenebrosos de las herramientas de IA generativa es que nos estamos tal vez volviendo un poco vagos en el uso de nuestra propia inteligencia, y eso tal vez derive en que seamos más tonticos.
Por lo tanto, aquí podría surgir la antítesis de la IA, que podríamos llamar la Tontería Artificial, y que me vais a permitir que abreviemos (como está mandado según los gurús techies) en TA. ¿podríamos estar desarrollando por lo tanto un cierto nivel (cada uno el nuestro) de TA?
Si aún tenéis un bajo nivel de TA, es posible que hayáis pensado que algo parecido se lleva diciendo desde hace bastante tiempo de la propia tecnología digital, del uso de smartphones, internet, etc. Y efectivamente es así: Tanto que ya escribimos un post sobre ello hace unos cuantos años, en el que incluso llegamos a mencionar la inteligencia artificial cuando todavía faltaba mucho (años) para llegar al nivel de popularidad que trajo después Chat GPT y otras aplicaciones similares.
Decíamos en aquella entrada que cada vez ejercitábamos menos la memoria, al tenerlo todo almacenado en la nube, y que esa falta de ejercicio mental puede ser tan perjudicial como la del ejercicio físico. Ahora bien, con la IA pasamos del nivel “memorizar” al nivel “pensar”, y por lo tanto podríamos estar desocupando de tareas todavía más a nuestro cerebro. Inquietante.
En el artículo que os vamos a proporcionar abajo, se matizan esos temores con aquello que se suele decir de que “ya nos ocuparemos nosotros de cosas más complejas y creativas mientras la IA nos quita trabajo fácil y nos lanza hacia mayores y más fascinantes desafíos”. Sueno muy bonito, sí, pero ¿hasta qué nivel va a llegar la IA en el futuro en cuanto a complejidad y creatividad? ¿De verdad creemos que no nos alcanzará, que siempre habrá tareas intelectuales más “especiales o humanas” que sólo podremos hacer nosotros? ¿No podría incluso ocurrir lo contrario, que sea la IA la que, una vez cubierto todo lo que hacemos nosotros, todavía sea capaz de más que nosotros mismos (y, eso seguro, más rápido)? ¿Estamos totalmente seguros de que eso no llegará a ocurrir? Porque, incluso en el caso de que todavía haya genios humanos nunca superables por la IA, ¿qué porcentaje serían esos genios respecto al total de la población? Seamos serios, ¿lo que esa capaz de hacer la inmensa mayoría de la gente, no será en breve sustituible por IAs?
En fin, tal vez me he puesto muy apocalíptico, dejaré que el mencionado artículo compense todo lo dicho. Pero, honestamente, mientras no alcancemos un grado de TA demasiado alto, deberíamos pensarnos un poco hacia dónde estamos yendo, no seamos ingenuos… ¿TA claro?

¿Nos estamos volviendo más tontos con la IA?
En un momento en el que las herramientas de inteligencia artificial generativa están presentes en múltiples sectores y tareas cotidianas, surgen preguntas sobre su impacto en nuestras capacidades cognitivas. Según un estudio realizado por investigadores de Microsoft y la Universidad Carnegie Mellon, el uso constante de la IA podría estar disminuyendo el pensamiento crítico en el entorno laboral. Sin embargo, desde LiceoTIC Training, centro de formación especializada en tecnologías emergentes, matizan esta conclusión.
Nueva forma de pensar
Jordi Damià, director del Máster en IA Generativa de LiceoTIC Training, considera: “no es que nos volvamos más tontos por usar IA; lo que sucede es que nos enfrentamos a una nueva forma de pensar. La inteligencia artificial no debe ser una muleta, sino un trampolín que nos permita llegar más lejos, más rápido. Cuando la usamos correctamente, nos desafía a formular mejores preguntas, a validar lo que nos ofrece y a explorar nuevas ideas”.
Según el citado estudio, los trabajadores que usan IA tienden a apoyarse tanto en ella que acaban mostrando menos esfuerzo por pensar de forma crítica o resolver problemas por su cuenta. Sin embargo, Damià considera que esto depende más del enfoque formativo y del uso responsable que se le dé a estas herramientas.
El peligro viene en cómo se utiliza
Desde LiceoTIC Training se subraya que el peligro no radica en la herramienta, sino en cómo se utiliza. La delegación automática de tareas sin supervisión crítica puede generar dependencia y superficialidad, pero, al mismo tiempo, el uso estratégico de la IA tiene el potencial de enriquecer la creatividad humana y acelerar el aprendizaje.
Las innovaciones tecnológicas siempre han provocado temor
Esta reflexión no es nueva, Nicholas Carr autor estadounidense que ha publicado varios libros y artículos sobre los efectos de la tecnología en nuestra mente, hace varios años se formulaba la pregunta de si Google nos estaba volviendo más estúpidos. “A lo largo de la historia las innovaciones tecnológicas han provocado temores similares: desde la aparición de la imprenta hasta el auge de los ordenadores. Cada avance ha obligado a replantear ciertas habilidades humanas, pero también ha impulsado nuevos modos de aprender, trabajar y comunicarse. Con la inteligencia artificial sucede lo mismo: el verdadero reto es adaptarse y evolucionar, no temerle al cambio”, señala Damià a lo que añade “el pensamiento crítico no desaparece con la IA; se transforma. Antes dedicábamos tiempo a tareas repetitivas, ahora podemos dedicarlo a analizar, interpretar y tomar decisiones más informadas. La clave está en formar a los profesionales para que sepan colaborar con la inteligencia artificial, no simplemente obedecerla”.