Puede que hayamos estado confundidos con lo del Pulpo perdido en la nube

Otra cosa es que él se haga el perdido

Estamos ante un momento crucial de la historia de este blog: Puede que el título del mismo no sea precisamente algo justificado en la realidad. Lejos de estar perdidos en la nube, parece ser que la inteligencia de los octópodos es casi tecnológica, ojo cuidado.

Resulta que hace poco salía una noticia acerca de un estudio de un biólogo de la Universidad de Oxford, donde se hablaba sobre la posible capacidad de los pulpos, dada su inteligencia, para crear una civilización post – apocalíptica tras la desaparición del ser humano. Esto es real, podéis creerlo leyéndolo en el enlace de arriba; Si fuera fake lo habríamos publicado mañana, día de los Santos Inocentes.

Ya de entrada esto puso en pie de guerra a nuestra mascota: “Para que luego me tratéis de tontico”, “tan perdido no estaré”, etc. Pero la frase de la noticia que definitivamente estableció la relación entre el asunto y nuestro ámbito tecnológico, fue una de la entradilla, en la que se dice que estos moluscos tienen “cerebros que procesan la información casi como un ordenador”. Ojo cuidado que esto ya empieza a cuestionar seriamente la validez de nuestro título del blog.

Lo malo es que luego, leyendo la noticia al completo, no encontraba más desarrollado este aspecto en concreto, así que busqué la noticia en más medios. Uno de los habituales en este campo, y dejando de lado (con todos mis respetos – o no -) a Íker Jiménez, es la revista Muy Interesante, cuya publicación acerca del mismo tema no habla explícitamente de la relación con la tecnología, pero sí desarrolla que el cerebro de los pulpos está descentralizado, con muchas neuronas repartidas por los tentáculos. Esto ya sí que me daba una idea que podía sonar a sistemas informáticos, pero me faltaba la mención expresa a los mismos.

Así pues, he recurrido finalmente a la solución que todo hijo de vecino con mayor o menor grado de apego por las nuevas tecnologías utiliza en estos tiempos: El amigo Chat GPT, por supuesto. Y este famoso chatbot ya sí que me ha aclarado por qué se dice que el cerebro de un pulpo puede considerarse parecido al de un ordenador.

Lo que la aplicación de OpenAI me ha explicado guarda total relación con lo que os comentaba del artículo de Muy Interesante. Para empezar, el sistema nervioso distribuido de los pulpos, con el 66% de sus neuronas en sus ocho extremidades, permite que cada tentáculo procese información y actúe con autonomía, como un procesador en red. En segundo lugar, los brazos actúan en paralelo a la coordinación central del cerebro, como un sistema computacional distribuido.

Por si todo lo anterior fuera poco, las ventosas de los brazos tienen sus propios sensores de detección de sabores y texturas, información que es procesada independientemente, como en sistemas de Edge computing. Y la guinda al pastel es que la capacidad para resolver problemas y aprender de estos animales es asimilable a la otra vez inevitable inteligencia artificial y sus algoritmos… claro, qué va a decir Chat GPT.

Total, que hemos estado infravalorando al Pulpo. O más bien, haciendo lo que siempre ha caracterizado al ser humano, entre otras cosas con los animales: generando falsos estereotipos. Que si la memoria de elefante, que si la cabeza de chorlito, que si la astucia del zorro, que si la ligereza de cascos de las gallinas… Así pues, ya no sabemos cómo vamos a plantear a partir de ahora la filosofía de este blog, porque se nos ha caído un mito, pero con todo el equipo…

En fin, año nuevo vida nueva, dicen algunos, aunque yo el cambio de año lo veo como una actualización de software: Básicamente es ponerle el siguiente número a lo mismo. Pero igual esta vez lo aprovechamos, dado este descubrimiento que nos ha roto los esquemas.