Cuando tenernos como pulpos en la nube es el objetivo del diseñador tecnológico

Los dark patterns o trampas digitales: el EMOSIDO ENGAÑADO de Internet

Ya lo lleva diciendo nuestra mascota octópoda desde que tiene uso de razón y se expresa en este bog: Nos tienen engañados, nos tratan como a cobayas, nos llevan a donde quieren que vayamos… Lo malo es que todo eso que suena a conspiranoico, en este caso es cierto.

Para ser justos, no es cierto siempre, pero sí en muchas ocasiones: Multitud de páginas web están diseñadas para que los usuarios caigamos como pardillos en trampas que favorezcan el objetivo, normalmente comercial, del propietario de esos sitios de Internet. Esas trampas se han dado en llamar dark patterns o trampas digitales.

Son consideradas prácticas poco éticas, que a mí me recuerdan al concepto de publicidad engañosa, pero que aplicado al entorno digital necesita contar con la interactividad del internauta. Esto significa que, para llevarnos al enlace que les interesa, o predisponernos a realizar las acciones que confirmen el objetivo de la empresa del sitio web, utilizan trucos para manipular la decisión de los desvalidos usuarios.

Esos trucos pueden ser de varios tipos. El primero es el patrón de la prisa, consistente en estresar a los internautas con la idea del “ahora o nunca”: Mediante frases como “última oportunidad” o “date prisa, está a punto de agotarse”, se genera una falsa urgencia que lleva al usuario a tomar decisiones precipitadas. Por cierto, juro que mientras escribo este mismo párrafo me ha llegado un correo electrónico con el asunto “¡últimos días para regalar a tiempo!” … Prefiero creer en la casualidad antes que en la conspiranoia, pero en cualquier caso estas fechas son idóneas para este tipo de situaciones.

Otro dark pattern es el de la confirmación obligatoria, que se da cuando en una de estas páginas web nos salen multitud de botones y opciones en las que hay que hacer clic para rechazar aquello que no nos interesa. Con la mente obnubilada ante tamaño escaparate de cuadros y ventanas, que parece el tenderete peor organizado de una feria medieval, no es difícil que acabemos clicando donde no queríamos, y ya la hemos liado.

Los anteriores casos son muy de Pupo en la Nube, pero el que viene ahora es el definitivo como muestra de la idiosincrasia de cómo se siente nuestro querido molusco: Se trata de las páginas laberínticas, donde perderse es más fácil que entrando con una venda en los ojos en el Ikea. La confusión puede llevar a la misma consecuencia que en la trampa anterior, suscribiéndonos al servicio que no queríamos, aunque en muchos casos se hace para lo contrario, para que una vez suscritos, cancelar sea más difícil que salir de una scape room.

laberinto

Todo lo anterior, que ya de por sí suena bastante alejado de lo que entendemos por comportamientos éticos, adquiere una dimensión aún más denunciable si pensamos en lo vulnerables que pueden sentirse usuarios con algún tipo de discapacidad. A este respecto, Joan Caballero, de la cooperativa Som Connexió, explica lo siguiente: "Los diseñadores tienen una gran responsabilidad para entender que su trabajo impacta en la sociedad y crear modelos que se basen en la ética y el respeto a la diversidad de los usuarios. Un diseño ético permite desarrollar interfaces adaptadas para todos los públicos, incluyendo a personas con diversidades o a aquellas que pueden sufrir ansiedad por culpa de ciertos mensajes de alerta".

Por cierto, que sepáis que, en este asunto también, con la inteligencia artificial hemos topado otra vez: Resulta que las tecnologías basadas en IA igualmente propician en ocasiones esos patrones oscuros que pierden a los pulpos en la nube, siendo esta vez los algoritmos los que ejercen de "GPS tendencioso". Así lo explica Alicia de Manuel, experta en ética de la inteligencia artificial: "Cuando se utilizan patrones históricamente sesgados para entrenar una IA, esta puede perpetuar las discriminaciones, afectando la vida de las personas de una manera que ellas no pueden controlar ni cambiar".

Así pues, algo habrá que hacer. Una opción es no entrar en Internet, no vaya a ser que nos engatusen. La opción para los no tecnófobos es esperar que en lo sucesivo haya programadores web que diseñen de manera ética, y compañías que cuenten con ese tipo de diseño. Al hilo de esto, Efraín Foglia, profesor de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y coordinador científico del Media Lab, apunta lo siguiente: "Una estrategia efectiva para evitar caer en patrones oscuros es priorizar el diseño de código abierto y accesible, que permita a los usuarios ejercer el control sobre la tecnología que utilizan".

Pues ya sabéis amigos, esto es lo que hay por el ciberespacio en materia de vender la moto y que te la cuelen sin que te des cuenta. Id con cuidado, pero en cualquier caso creo que, a estas alturas, cuando una página web da mucho el cante, es tan fácil percatarse como antaño lo era no abrir al vendedor de enciclopedias.