Seguimos en la brecha… Sobrellevando la cuesta de Enero, los kilos de más, las rebajas, hemos pasado el #BlueMonday, y olemos ya Febrero. Menos mal que estos ratitos nos dan un respiro y espero que arranque más de una sonrisa, en algunos casos, hasta carcajadas ¿verdad, @horusgestion?
Los ratos que hemos pasado con la familia, en mi caso, me ha dado pie para ver que el abuelo sigue tan contento por aparecer mencionado en los post y para descubrir el enganche que tiene mi “buenhermano” (que dirían las @malasmadres) a su teléfono móvil en particular y a la tecnología en general. Su querida pareja va detrás de él como antes nuestras madres: zapatilla en mano casi, cuando en esos ratos familiares el susodicho exclama consternado que se ha quedado sin batería en el móvil o de repente aprovecha la oportunidad para a la vez que pone el vídeo de Frozen a la pequeña, echar un vistazo al WhatsApp… Ay, la tecnología!!!
Ha llegado al punto de andar buscando unos auriculares inalámbricos e impermeables, para usar cuando va a nadar a la piscina del gimnasio, pero no le valen cualquiera, no, encima tienen que tener micrófono para contestar a las llamadas que pueda recibir mientras está nadando ¡vamos no me fastidies! ¡Estamos a rolex o a setas! Ay señor, llévanos pronto… Le he montado un pollo tremendo por semejante tontería. Que mi hermano es un tío demandado, es cierto, pero no llega a ser aún la mano derecha de Trump (que digo yo, que trabajo tan espantoso que tiene que ser…).
Seguro que muchos no somos conscientes, o sí, de la celeridad con la que acudimos a nuestro dispositivo cuando escuchamos ese sonido característico que anuncia un nuevo mensaje, “¿De quién será?”... la incertidumbre puede con nosotros y nos lanzamos a descubrir de quién se trata. No te cuento como estemos esperando alguna respuesta, estemos en proceso de flirteo, etc etc.
Sabemos y leemos de los problemas de adicción que provoca el móvil y tratamos de poner límites aunque a veces sin éxito. Mi hermano es uno de ellos. Ya hay profesionales que tratan este tipo de adicciones pero veréis lo que he descubierto: un smartphone de pega para cuando la ansiedad se manifieste. Atrás quedaron las pelotitas anti-estrés que nuestros jefes tenían sobre la mesa.
El “teléfono” pesa lo mismo que uno de verdad pero está fabricado en otros materiales. No tiene pantalla, su superficie es suave y lleva incrustadas unas bolitas que permiten deslizar los dedos como si se tratase de una interfaz táctil. Se le ha bautizado como Substitute Phone (vamos, teléfono sustituto) y su creador es Klemens Schiling. Schiling pretende que se convierta en una herramienta terapeútica para ayudar a los usuarios a paliar los síntomas del mono y calmarles a través de la estimulación que provoca tocar esos abalorios incrustados. Como habréis visto en el enlace, ha diseñado cinco modelos diferentes, según la orientación de las filas donde están esas esferas. Nos cuenta el diseñador que las creo, que está inspirado en el método empleado por Umberto Eco para dejar de fumar. Este se colocaba un palo de madera en la boca para sustituir a los cigarrillos, y proporcionar esa estimulación física.
La verdad que la idea no peca de falta de originalidad pero no está certificado por ningún profesional por el momento. Ya lo siento, porque entre mis posibles regalos la incluiría para aquellos que me rodean y no se despegan de su dispositivo, rozando la mala educación en muchas ocasiones.
El móvil engancha, a todos, observad mientras esperamos nuestro turno, vamos en transporte público al trabajo, o calmamos la espera. La tecnología nos envuelve y facilita nuestro día a día pero no debemos olvidar que la dependencia a la misma puede afectar no solo a nuestra vida social, sino también a la calidad y cantidad de nuestro sueño o concentración.
¿Nos contáis hasta qué punto llega vuestro “enganche”?
Post by Rachel