Hace unos días os confesé mi lucha para no volverme loco con la creación y posterior memorización de contraseñas de cuentas de Internet. Este tema no es exactamente el mismo, y sobre todo lo planteo desde otro punto de vista diferente, aunque vuelve a tener relación con la seguridad informática, y de nuevo se trata de la memorización de códigos.
Cuando digo que el punto de vista va a ser diferente, me refiero a que, en vez de meterme en el rol de “reírme de mí mismo” del mencionado anterior post, me voy a poner el traje del “listillo” o “tocapelotas” que he usado en alguna ocasión anterior. Y no es que lo haga con mala intención, pero es que hay que reconocer que esto de la revolución tecnológica nos está revelando a las masas como auténticas veletas cuya visión cambia radicalmente al son de vientos cada vez más inesperados o inimaginables poco tiempo antes. Algo que ya comenté en la entrada aquella de La vergüenza tecnológica, al reflexionar sobre lo mucho que nos reíamos al principio de los “bichos raros” que empezaron a usar teléfonos móviles.
El caso es que en la época de los móviles anteriores a los smartphones, a mí me ocurría que al tratar de recordar el código PIN del teléfono muchas veces me quedaba en blanco, pero veía la luz una vez que tenía el dispositivo en la mano, con el pulgar preparado para recorrer las teclas numéricas necesarias: Era el movimiento del dedo gordo lo que tenía inconscientemente memorizado, y no las cuatro cifras o su orden. Cuando yo contaba esto a otros, la mayoría se reían de mí, o de mis procesos mentales: Me debían ver como a alguien en estado de trance dejando que su mano escribiera por él, poco más o menos que carne de cañón para el programa de Íker Jiménez. Y yo lo veía como algo normal, como mecanizar los pasos de un baile, y así trataba de explicarlo...
...Y he aquí que llegó la nueva revolución digital de los smartphones, y resultó que con eso de la tecnología de las pantallas táctiles se hizo vislumbrar a todos lo que antes les causaba risa: De repente, con los patrones de desbloqueo, casi todo el mundo accedía a sus móviles a través de lo que, según lo dicho antes, podría considerarse casi como una “selfie – ouija”. La idea era la misma que me ocurría a mí antes (“¡listillo!”, “¡tocapelotas!”): Lo que había que memorizar era el movimiento de un dedo. Es evidente que la innovación se le ocurrió a alguien que había estudiado el fenómeno mnemotécnico que yo (y supongo que otros) experimentaba. Si, amigos, podría haber sido yo el inventor, y ahora sería rico (“¡listillo!”)...
Eso sí, una cosa os digo: No os fiéis del todo de los patrones de desbloqueo como medida de seguridad para el móvil. En este artículo se explica que es fácilmente identificable para los ciberdelincuentes: Con sólo un algoritmo se desbloquean el 95% de los móviles Android en menos de cinco intentos.
Post by Albert