Lo de las multitareas, mejor que no te lo creas

Mejor por partes, que diría Jack el Destripador

Al final, del mal momento surge la luz, y de las cenizas el Ave Fénix: Al hilo de lo que escribió Rachel sobre nuestra falta de inspiración de semanas anteriores, en base a la falta de concentración por culpa de tanta tecnología ("¡vaya excusa, qué morro, qué poca profesionalidad!", diréis algunos, tal vez con razón), creo que no es mal momento para hablar sobre el probable mito de la multitarea.

He estado tentado de acudir una vez más a la metáfora del pulpo, por aquello de los tentáculos como símbolo de "tener muchas cosas entre manos", pero por un lado últimamente no parábamos de dar la turra mentando al cefalópodo que nos hace de mascota, y por otro es una "gracieta" (vale, no es nivel club de la comedia) de la que ya eché mano en una vieja entrada del blog. Así pues, voy al grano.

La cuestión es que la tecnología ha entrado en nuestras vidas, con sus múltiples capacidades de simultanear aplicaciones, dando por hecho que nosotros estábamos no ya preparados sino diseñados por naturaleza para asumirlo. Y lo cierto es que al mismo tiempo ha creado en nosotros la sensación de que sí, de que de repente se nos da muy bien estar a todo, pero sin apenas reflexión sobre si cada una de esas tareas simultáneas las hacemos igual de bien que sus equivalentes del pasado cuando las hacíamos una a una. Y en esto la memoria engaña mucho, sobre todo si lo actual nos resulta deslumbrante, tan deslumbrante que el pasado nos parece ahora “cutre”, en todos los aspectos.

¿Qué cosas se pueden hacer realmente al mismo tiempo? Aquellas que son mecánicas (al menos una de ellas) y no precisan ya de nuestro proceso de pensamiento consciente: Por ejemplo, se puede mantener una conversación mientras se está haciendo deporte (y según qué deportes, claro). Ahora bien, en el momento en el que las dos actividades precisan concentración, es imposible concentrarse en ambas al mismo tiempo: Leer un texto prestando atención a su contenido y mantener una conversación con cierto grado de profundidad. Imposible y punto. ¿Qué es lo que se hace en realidad durante eso a lo que se da en llamar multitarea? Pues sencillamente, pasar constantemente de una a otra, ir alternado ambas o más. Lo cual, inevitablemente, lleva a perder el hilo e, inevitablemente, la concentración. Difícil que ambas salgan igual de bien que hechas completamente por separado.

En un estudio publicado por la Universidad de Chicago, del que se habla en este artículo, 500 estudiantes se sometieron a una prueba de memoria y atención. A algunos se les dijo que dejaran en silencio y sin vibración el móvil, pero pudiendo tenerlo con ellos y al resto se les dijo que entraran en la sala sin el terminal. Los resultados del test fueron mejores en el segundo caso. Otros estudios (reflejados en el libro En defensa de la conversación, de la psicóloga mencionada más adelante) sugieren que el rendimiento de entre el 98% y el 99% de la población disminuye con cada nueva tarea que se añade a la multitarea, y que cuantas más tareas se realizan, menor es la capacidad multitarea.

Nos hemos acostumbrado a la multitarea en todos los ámbitos, y creemos que la manejamos bien: En las noticias de TV, vemos rótulos en la parte inferior de la pantalla hablando sobre temas diferentes de los que narra el presentador: Si los leemos, ¿de verdad nos creemos que seguimos escuchando con atención al locutor? Es obvio que no. Pero, oye, queda super – cool. ¡Qué moderno todo!

Lo que ocurre es que la recepción de múltiples tareas en nuestro cerebro nos llega como si fuera un chute de estímulos, y cuando llega un punto en que nos adaptamos a hacer “medio bien” cada una de ellas tenemos una sensación casi eufórica de control de la situación: Aunque nuestro rendimiento real en cada una esté bajando, lo que percibimos engañosamente  es un aumento de nuestra capacidad.

Las redacciones de alumnos en centros educativos, al ser examinadas por sus profesores, empiezan a mostrar irregularidad en la claridad de los escritos, con momentos brillantes y otros más flojos. Es como si en momentos determinados “se fueran de aquello que estaban escribiendo”. Es una pena que pasen estas cosas y… perdonadme un momento que mire el Twitter…!

La psicóloga Sherry Turkle explica al respecto de todo esto que, además, la multitarea incrementa el deseo de hacer más cosas a la vez, y el rechazo a concentrase en algo concreto. Pone como ejemplo la dificultad de personas acostumbradas a la multitarea que ahora se sienten incómodas en entrevistas de trabajo en las que tienen que mantener la concentración en la conversación con una persona. Incluso menciona estudios que relacionan esto con casos de ansiedad y depresión.

La avalancha de información y la manera de presentarse en Internet (enlaces, noticias relacionadas, trending topics, etc.) tiende a provocar lo que algunos dan en llamar el “roce” con la información, en vez de la asimilación plena, profunda y reflexiva de cada tema concreto. El proceso cognitivo de la concentración conlleva un entrenamiento a lo largo de la vida intelectual o estudiantil, y además requiere de su mantenimiento y práctica el resto de la vida, como ocurre con la musculatura y la gimnasia. Pasar de eso a la “hiperatención” puede romper ese hilo. No obstante, otros opinan que son maneras diferentes de pensar o manejarse intelectualmente, no necesariamente mejores o peores unas que otras, y que cada persona tiene mejor predisposición para una u otra forma de actividad mental. Pero abandonar completamente la capacidad de “unitarea” y con ella la concentración y la reflexión profunda no suena demasiado bien, teniendo en cuenta la gran cantidad de actividades humanas críticas para la sociedad que requieren esa concentración plena. Pensemos en un cirujano haciendo un trasplante que estuviera todo el rato interrumpido por WhatsApp, o que su capacidad de concentración no fuese la misma desde que se acostumbró mentalmente a la multitarea. O, para que todos podamos vernos reflejados, la necesidad de concentración al volante, como muestran los casos de accidentes de coche por el uso del móvil.

Pues nada más, hasta aquí puedo contaros por hoy. Es posible que alguno piense que esta es una entrada flojeras, no voy a ser yo quien lo niegue… pero es que estaba todo el rato mandando Tweets, arreglando el PC viejo que se me queda colgado, cambiándome a otro nuevo, y mirando el móvil mientras la escribía… ¿véis? Pues eso, es lo que hay.

Post by Albert