Tiene delito esto de la tecnología...

Big Data para prevenir la delincuencia

Hoy me toca ponerme serio, o al menos algo más serio de lo habitual. No es que vaya a escribir un post dramático, pero tampoco se me ocurre abordar este tema con demasiados chistes (aunque si van surgiendo ya los iré colando...)

La cosa es que hace unos días leí este artículo sobre Big Data, uno de tantos que se escriben para alabar las bondades de este concepto tecnológico, tan en boga como otros muchos en esta época de la revolución digital, y me llamó la atención lo que dice en uno de sus apartados acerca de las posibilidades del Big Data para frenar la criminalidad.

El artículo dice textualmente lo siguiente: "Gracias a la cantidad de datos que se almacenan, las fuerzas de seguridad pueden realizar informes detallados acerca de la criminalidad, dando respuesta a preguntas como cuándo y dónde se da, cuáles son los delitos más comunes por región, redistribuir los agentes en base a dichas tasas, etc. La mezcla de datos extraídos de las denuncias presentadas, unido a la información del censo local, así como de otras fuentes de internet, permiten mejorar la seguridad de los ciudadanos".

A ver. Como ya he intentado  (no sé si conseguido) en otras ocasiones (no siempre) en las que me ha dado por ponerme (pretenciosamente) serio, me gustaría dejar claro que en este tema no tengo una opinión totalmente clara y definida, sino que veo ventajas e inconvenientes. Sobre las ventajas no hace falta decir mucho más, ya quedan resumidas en el texto transcrito arriba. Sobre los inconvenientes hay no pocas voces que alertan sobre los riesgos de fiarse de la "eficacia de la tecnología infalible" en un ámbito tan complejo y escabroso como el de la delincuencia.

Para empezar, resulta paradójico que en el mismo artículo se ponga como ejemplo la película Minority Report de Steven Spielberg para ilustrar el tema, cuando resulta que dicha película cuestiona la fiabilidad de la tecnología predictiva mostrada en la misma para anticiparse a los crímenes, además de poner en tela de juicio las implicaciones éticas de la aplicación de dicho sistema, que convierte en culpable a quien todavía es inocente (ni siquiera presunto culpable). Si al menos hubiesen tomado como referencia el relato de Philip K. Dick en que se basa, con un giro final diferente... Pero en fin, será por llamar la atención a más gente en el artículo...

Sea o no esa referencia cinematográfica una simple excusa para introducir el tema, el caso es que en lo que he dicho antes sobre la película está parte de las críticas que se han hecho al Big Data como "Sandro Rey de la criminología" (hala, ya he metido un chascarrillo). Veámoslo con detenimiento.

adivino

En su libro La locura del solucionismo tecnológico, el periodista e investigador Evgeny Morozov explica que desde hace más de tres décadas la práctica criminológica ha sido redefinida bajo la filosofía de la "prevención situacional del delito" (SCP, por sus siglas en inglés). Este enfoque viene inspirado por la idea de que la causa de que se cometan delitos es que hay oportunidades de delinquir, y por lo tanto hay que suprimir esas oportunidades y convertirlas en imposibles, y para eso está la tecnología. Para responder al cómo, aquí podríamos aplicar lo que el Big Data puede hacer según el texto entrecomillado arriba, sacado del artículo complaciente con esta tecnología: Si los datos nos dicen dónde va a ocurrir el delito, lo prevenimos y punto. Así de fácil. Un mundo feliz, como reza el título de la novela de Aldous Huxley. O como también ocurría en aquella otra película donde en el futuro habían sido eliminadas las "muerte-asesinatos", o incluso ponían multas por decir palabrotas, Demolition man.

La SCP descrita arriba, explica Morozov,  parece por tanto oponerse a la filosofía de castigar y/o reformar al delincuente y cambiar las condiciones sociales subyacentes (es decir, los factores que hasta ahora se han tenido por verdaderas causas de que se cometan delitos, y no la simple idea – y enfatizo lo de simple- de que se puedan cometer). Desparece así el debate ético o moral, así como la posibilidad de educar en valores, ya que ahora el delito se toma como algo normal o natural que ocurrirá de forma inevitable allí donde no se pongan barreras y controles, y que dejará de existir milagrosamente con esas mismas barreras.

Como ejemplo de barreras (y nunca mejor dicho), el autor del libro escoge (y me alegro de que sea un delito leve para no dramatizar en exceso en este desenfadado blog) el caso de los torniquetes instalados en el metro de Nueva York, que al parecer son tan altos que no existe manera física humana de saltáraselos, y por lo tanto el delito es imposible, directamente desaparece. Y al respecto de este ejemplo, aplicable a casos más serios, Morozov opina que si casi todo en la vida se administra de esa forma, los ciudadanos pueden no sentir la presión de actuar correctamente en situaciones en las que no haya ese tipo de controles con torniquetes. En otras palabras, añade, si hemos crecido en un entorno inspirado por la SCP, cuando estemos en un comercio sin circuito cerrado de cámaras y alarmas, podría no estar tan clara nuestra ética acerca de lo que podremos hacer en esa tienda. Ahora bien, eso será tan sencillo como conseguir que el 100% de tiendas sigan las técnicas de la SCP. Ergo, por vuelta a retroalimentar el ciclo, en el futuro desaparecería cualquier cuestión ética al respecto.

Las preguntas que se hace el investigador surgen solas: ¿Vale la pena tener un mundo sin delito? ¿Qué ganamos o perdemos haciendo que sea imposible cometerlos en vez de castigar a quienes los cometan? ¿Cómo afecta esta filosofía a valores democráticos como solidaridad, disenso y deliberación? El propio Morozov contesta así (amigo lector, decide tú si estás de acuerdo, no es necesariamente mi opinión, sino la del autor del libro, aunque reconozco que me parece más que razonable): "La SCP fomenta un mundo de individuos automatizados y egoístas, en perpetua preocupación por la seguridad e incapaces no solo de confiar unos en otros, sino de practicar el razonamiento social. Este tipo de individuo pondera muy bien las ventajas y desventajas de los nuevos sistemas de alarma, pero tiene dificultades para ponderar sus propios valores".

vigilante

Veamos el extremo opuesto, que el libro refleja en el metro de Berlín, donde hay que validar voluntariamente el billete, pero no hay torniquetes y por tanto se puede uno colar sin dificultad alguna. Aquí entra en juego la posibilidad de ser descubierto por un guarda o supervisor, y tener que pagar una multa: El delito es posible, pero se puede castigar al que lo comete. Pero sobre todo, razona Morozov, eso permite reflexionar sobre el método, ya que si vemos a alguien que es pillado in fraganti podemos preguntarnos si el sistema es demasiado permisivo, si los guardias son muy estrictos o si debería perdonarse a personas sin recursos económicos, o incluso si es mejor o peor que los propios torniquetes. Es decir, permite el debate ético, y la reflexión sobre los valores. Frente a eso, alguien que sólo conociera el método de torniquetes del metro de Nueva York podría llegar a la conclusión de que ese es el único sistema válido. Y que si alguna vez se encuentra con el sistema de Berlín no vea impedimento ético para colarse ("si dejan entrar es que se puede entrar, no pasa nada").Y eso es porque la solución tecnológica es simplemente eficaz al 100% o, como diría Steve Jobs, simplemente funciona. Y tan simple. El autor del libro destaca así cómo hoy en día se celebra el hecho de evitar los cuestionamientos incómodos, sobre justicia, igualdad, etc.

Para ser más pragmáticos, en el libro también se cuestiona la eficacia infalible con otro caso concreto en los torniquetes de Nueva York: El de un tiroteo en el que la policía no pudo intervenir a tiempo debido a la dificultad para acceder, y murió una víctima (al final me he tenido que poner dramático del todo...).

Voy cerrando el post con reflexiones de Evgeny Morozov en su libro que sirven de conclusión al tema. Según él, si queremos vivir en un mundo donde las normas y leyes se puedan debatir y revisar, tendríamos que ser más prudentes al decidir cuántas cosas delegamos en la tecnología, evitando que ésta sea la reguladora y no los humanos. Crear un entorno tecnológico en el que infringir la ley es imposible es cerrar válvulas sociales para posibilitar cambios: Los tribunales no pueden hacer nada sobre los casos que no se les presentan, lo que significa que la prevención disminuye su papel de revisores de leyes que se hayan podido quedar obsoletas. Ésto último sería aplicable al caso de la prevención de delitos mediante el Big Data mencionado en el artículo con que empezamos este post. Se puede alegar que si llega a desaparecer totalmente el delito no hará falta debatir sobre él, pero al margen de si dicho futuro esplendoroso es factible o una utopía (cosa que, como diría Gandalf, ni los más sabios conocen), ¿qué ocurre durante todo el tiempo de tránsito entre medias (que habría que ver cuánto es)? ¿Nos arriesgamos a no revisar nada legislativamente? ¿Delegamos todo en la tecnología, como dice Morozov? ¿Qué visión ética o moral tendrán las generaciones futuras respecto a delitos que hayan – aparentemente – desaparecido muchos años atrás?

El caso de los torniquetes es evidentemente un ejemplo, una metáfora, tanto en el tipo de tecnología a aplicar como en el ámbito delictivo o caso concreto en que se aplicaría. Según ambos aspectos (sobre todo el segundo), es fácil llegar a conclusiones distintas acerca de la opinión de Morozov: Habrá situaciones en las que parezca más o menos conveniente resolver problemas relacionados con la delincuencia mediante mayor o menor grado de uso de la tecnología, o de la SCP, que en otras situaciones.

El tema, por lo tanto, es complejo, y el debate debería seguir abierto. ¿Tú que opinas?

Post by Albert